Alejandro Avilés, el gran traidor; La inoperancia de Jesús Romero, y Francisco Martínez Neri directo al basurero político
#OPINIÓN
+ Alejandro Avilés, el gran traidor en el enredo por la desaparición del Tribunal de Justicia Administrativa
+ La inoperancia de Jesús Romero dejó abierta una herida política en Rocío Melchor, la diputada del PRD que votó en contra.
+ Francisco Martínez Neri va directo al basurero político.
PRIMER TIEMPO
Políticos, opinólogos y opinólogas ya dejamos de ser expertos en Guelaguetza y bailes regionales, ahora pasaremos a ser expertos en tribunales administrativos. Y hay de todo, como en botica.
Qué guateque se armó por las traiciones y la inoperancia en la desaparición del Tribunal de Justicia Administrativa (TJA). Los supuestos operadores de los dos principales actores políticos que pelean en este tema, el gobernador Salomón Jara y el ex gobernador José Murat, dejaron expuestos a sus jefes y les complicaron el panorama.
A “El señor de Polanco”, como le dicen los de Morena, las señoras y los señores magistrados que él colocó no le advirtieron a tiempo lo que venía. Es más, el magistrado presidente, a quien hizo de la nada y benefició en exceso, estaba de vacaciones en el extranjero. Ante el terremoto político, jurídico y administrativo, no son pocos los de este grupo de beneficiados y beneficiadas que ahora quieren deslindarse de compromisos contraídos.
Dicen que mejor otros personajes, menos favorecidos, le dijeron cuál era la situación horas antes. Vaya, ni siquiera los pocos diputados locales priistas que quedan, a los que también les dio todo, le comentaron. Lo pasaron por alto y esto es un detalle que puede parecer menor, pero en política, cuenta. Sabe que las traiciones son de lo más humano que puede encontrar, pero seguramente ésta no se las va a pasar.
El gran traidor es Alejandro Avilés Álvarez, a quien conocen como el eterno plurinominal porque ha sido diputado en cuatro ocasiones por esta vía. Las dos elecciones donde tuvo que hacer campaña, las perdió. La reciente, de gobernador, la perdió por una diferencia escandalosa que le dio la estocada al PRI en Oaxaca. Dicen que Avilés se la creyó, que de verdad pensó que era candidato a gobernador y que podía ganar; lástima que no haya gubernaturas plurinominales.
Avilés traicionó abiertamente a José Murat. Se le olvidó que desde la época de Ulises Ruiz Ortiz contó con el apoyo, el impulso y la protección de “El señor de Polanco”, quien le dio poder político y posiciones, las que aprovechó el actual diputado para hacer negocios por varios sexenios y volverse millonario.
Investigado y perseguido por el actual gobierno de Oaxaca, con un hermano con una orden de aprehensión y otros en la mira de la 4T, Avilés no dudó el traicionar a Murat. En esta traición se alió con el secretario de Gobierno, Jesús Romero López, y tuvo el apoyo de la chiquibancada priista en el Congreso local, que votó a favor de la desaparición del Tribunal de Justicia Administrativa.
Por eso la candidatura plurinominal al Senado, que tanto quiere, tendrá en José Murat a su mayor opositor. Sin duda se le acabó la suerte y la fortuna política al impresentable Alejandro Avilés; ya no podrá disponer a su antojo de las candidaturas del PRI, ni dejar como encargados de este partido a sus aliados y cómplices. Para Morena y la 4T sólo representa basura política, un personaje desechable a quien tienen sometido y totalmente anulado.
SEGUNDO TIEMPO
Pues verá usted, que en el embrollo del TJA hay tantas versiones como lenguas de doble filo. Algunos dicen que quien enredó el quesillo fue Chucho Romero, el secretario de Gobierno, y otros más aseguran que la batea de baba la volteó Luis Alfonso Silva Romo, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso estatal.
Según esas malas lenguas, quien no arregló los acuerdos necesarios fue Luis Alfonso Silva, porque era éste quien debió “planchar” a las y los diputados en el Congreso para que todo saliera por unanimidad.
Pero el diputado Silva Romo negó cualquier responsabilidad, pues había sido indicación directa del gobernador a su secretario de Gobierno, Jesús Romero López, quien tenía que ‘tejer fino’ para que todo saliera como esperaban.
El problema es que Chucho Romero pone primero su agenda política delante de la agenda de su jefe, la del gobernador. De otra manera no se entiende por qué no se arregló con la única diputada que votó en contra de la desaparición del TJA, Angélica Rocío Melchor Vásquez, legisladora del PRD del grupo de Rey Morales Sánchez, quien por cierto fue aliado de Morena.
Resulta que los rencores del pasado afloraron en Jesús Romero, que no ha superado muchos traumas de su etapa de lucrador “social”. Uno de esos pleitos es precisamente con Rey Morales, aquel personaje que fue defenestrado por el presidente municipal de Oaxaca de Juárez, Francisco Martínez Neri, y a quien todavía no reciben en Palacio por aquello de que es deshonesto.
No hubo acuerdo con Rey, a pesar de que la petición de Rocío Melchor era muy poca cosa.
En política, decía el cínico ex gobernador de Veracruz Fidel Herrera, todo lo que se puede comprar con dinero, es barato. Sobre todo si con eso se podían evitar problemas y cumplir totalmente con una indicación directa de su jefe.
Y eso justo fue lo que pasó con el tenebroso y maniobrero secretario de Gobierno, porque dijo que no, que no haría ningún acuerdo con la diputada Rocío Melchor, que le hiciera como quisiera, que ya con los votos que tenían eran más que suficientes.
Craso error, pues esto será uno de los huecos en el Congreso de Oaxaca por donde pueda irse abajo la reforma. La señora, que no obtuvo su auto, su millón de pesos y una plaza para alguien cercano, está lo que le sigue de indignada.
Ahora, lo que vendrá es un largo proceso jurídico por la controversia constitucional ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), innecesario si se hubieran cuidado las formas, socializado el decreto con los legisladores y por supuesto, el acuerdo político con Rocío, la piedra en el zapato que ya amarró su permanencia en el Congreso, con el apoyo de los adversarios de la 4T.
Dicen que, a diferencia de Veracruz, donde también desaparecieron el Tribunal de Justicia Administrativa, ahí ya funciona el nuevo, aunque siguen sin resolver la controversia en la Corte.
En Veracruz desde meses antes se difundieron los excesos de dicho tribunal, y muchos sectores se pronunciaron por una reforma, aduciendo altos sueltos, poca productividad y un presupuesto anual millonario manejado con gran opacidad.
Es decir, se ocuparon de que la sociedad, el pueblo al que tanto apelan, supiera de las condiciones. Aquí, la gente ni sabe qué es ese tribunal, lo sigue confundiendo con el Tribunal Superior de Justicia.
La soberbia de los operadores de la 4T hizo que esta reforma pusiera al gobierno de Oaxaca como un gobierno autoritario, disolviendo un poder aun cuando era, como aseguran los morenistas, un nido de ratas.
En Veracruz el tribunal sigue operando y en algún momento, la controvertida ministra Yasmín Esquivel tendrá que dictaminar, seguramente a favor, pues ya fue un hecho consumado.
En Oaxaca, los operadores de la 4T sólo le provocaron conflictos a su gobierno.
TERCER TIEMPO
Hablando de rencores no resueltos, en Oaxaca el ejemplo es la señora Rebeca Cervantes. Y es que fue ella quien mandó a sus ‘mujeres chingonas’ a boicotear la primera sede de la reunión con Xóchitl Gálvez, enojada porque la descartaron de la organización de las actividades.
Aseguran en el PRI que fue ella misma quien envió a algunas personas a gritonearle a la senadora con licencia, cuando ésta realizaba compras a las artesanas oaxaqueñas.
Los oportunistas aprovecharon el incidente para responsabilizar a la gente de Morena, que andan tragando moscas, aunque saben bien quién lo hizo.
Entre alacranes te veas, dicen. Y a los priistas les queda como anillo al dedo, porque Rebeca Cervantes fue atacada mediáticamente y boicoteada por su ‘amigo’ el dirigente estatal del PRI, Javier Villacaña, quien no la quería como organizadora en uno de los eventos de Xóchitl Gálvez que él coordinó y donde el priista metió con cuña a toda su parentela.
COLOFÓN
El presidente municipal Francisco Martínez Neri, firmó su sentencia de muerte política. Rompió tácitamente un acuerdo no escrito: no meterse con las decisiones del gobernador y de su entorno.
Martínez Neri se dedicó a fustigar el tianguis gastronómico que se instaló en El Paseo Juárez, El Llano, en el contexto de los festejos de la Guelaguetza, como nunca lo hace con ninguna otra feria o tianguis que sí le deja ingresos.
El problema es que la decisión venía directamente de la gubernatura.
El colmo fue que responsabilizó a esta muestra del deterioro de El Llano, lo que causó enojo y sorpresa, porque el deterioro ya estaba señalado desde hace tiempo por la diputada morenista Haydeé Reyes.
Enojo porque su desdén y diferencias con el gobierno estatal las canalizó con el pretexto de ese tianguis. Sorpresa, porque a través de la Secretaría de Turismo y de otras dependencias, recibió como ningún otro año, apoyo para la organización de Donají y para las tareas de limpieza durante Guelaguetza.
La ingratitud seguramente le costará la no reelección, ni la posición en una diputación, nada. Bastante es que cumpla con su mandato constitucional, si es que antes no lo desconoce el Congreso por ineficiente.
NGE
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